Convocatoria de Acciones para el 5 de junio de Rebelión por el Clima Andalucía.

Rebelión por el Clima Andalucía hacemos un llamamiento a toda la ciudadanía y organizaciones de la sociedad civil andaluza para que este 5 de junio salgamos de nuevo a las calles para celebrar conjuntamente el Día Mundial del Medio Ambiente y el Decrecimiento sumándonos y/u organizando acciones y actividades descentralizadas en nuestras localidades para demandar políticas de justicia ecosocial que pongan en el centro los cuidados sobre las vidas diversas que habitan este planeta y en especial sobre aquellas que se encuentran en situación de mayor vulnerabilidad. 

La crisis sanitaria causada por el Covid-19 nos ha hecho sentirnos vulnerables. Pero este sentimiento de fragilidad compartida, no es igual para todes y va mucho más allá de la amenaza que supone este virus. Hoy nos enfrentamos a un agravamiento de la vulnerabilidad de las mayorías sociales y las clases populares debido a:

  • El desmantelamiento de los servicios públicos de salud y de educación;
  • El rescate con dinero público de las grandes empresas, las mismas que precarizan a les trabajadores, esquilman los territorios y provocan el caos climático;
  • El dramático aumento de la precariedad vital, la desigualdad social y la pobreza;
  • Las desregulaciones ambientales que amenazan con degradar aún más nuestros territorios;
  • Un modelo de transición energética que se desarrolla sin garantizar criterios de conservación de los suelos de cultivo, la biodiversidad y los paisajes culturales y que facilita a las grandes empresas afianzar su posición de poder;
  • La represión policial y judicial de la sociedad civil organizada y la protesta social;
  • La manipulación que propagan los medios de comunicación de masas a través del greenwashing y la venta de las falsas soluciones del capitalismo «verde»;
  • El blanqueamiento de los discursos de odio contra las personas y los colectivos más vulenerables; y  La priorización del crecimiento económico frente a los cuidados de las personas y el planeta.

Vivimos en tiempos de pandemias. Pero nada es casual. Todo este expolio, precariedad, exclusión, manipulación, destrucción y violencia estructural responde al mantenimiento de un orden social injusto e insostenible, que beneficia sólo a unos pocos y que se retuerce ahora en contra de las mayorías sociales, intensificando sus relaciones de dominación y opresión a través de una vuelta de tuerca más hacia el extractivismo; la explotación de la clase trabajadora; la cultura cisheteropatriarcal; el racismo; el colonialismo; el especismo…

Este orden social es un monstruo de mil cabezas que está empezando a descomponerse al chocar contra los límites biofísicos del planeta, pues el crecimiento económico ilimitado, del cual depende, se hace cada vez más difícil, si no imposible, en este mundo lleno y finito. 

En esta década nos enfrentamos al fin del crecimiento económico global. El decrecimiento energético y material ya no es una opción para nuestras sociedades, es una realidad ineludible. Lo que está en juego es el modo en el que decreceremos, si lo haremos de una manera democrática y justa o de un modo autoritario e injusto. Podemos vivir mejor con menos. Una vida buena para todes es posible, pero sólo si transitamos hacia otro orden social que ponga en el centro los cuidados y la justicia ecosocial.

Más allá de los cuentos de hadas de crecimiento «verde», nuestras sociedades están empezando a decrecer por la vía neoliberal, mediante la privatización y el debilitamiento de los servicios públicos y a través de un racionamiento de los bienes y servicios básicos mediante los mecanismos de mercado. En un sálvese quien tenga. Mientras, los gobiernos continúan facilitando la desregulación social y ambiental para que las grandes empresas puedan seguir haciendo negocios como de costumbre, alejándose cada vez más del interés general y de la posibilidad de una gestión democrática que priorice la justicia social y ambiental. Hay que gritarlo claro: ¡Nos están dejando atrás!

Los gobiernos de todo el mundo están poniendo en marcha planes de recuperación a la medida del sector privado, invirtiendo nuestros recursos públicos en rescatar a las grandes corporaciones industriales insostenibles bajo la falsa promesa de futuros crecimientos “verdes”, en vez de invertirlos en el bienestar de las mayorías sociales y el planeta, transformando la economía para decrecer de un modo más justo y ordenado. En nombre del desarrollo sostenible, los gobiernos han priorizado la recuperación y la resiliencia de las grandes empresas, a costa de vulnerar aún más a la ciudadanía y sus territorios. 

Un reflejo de ello es que, en nuestra Comunidad Autónoma, la Junta de Andalucía ha aprovechado esta crisis para aprobar normas de desregulación ambiental y urbanística a través del Decreto Ley de Mejora y Simplificación de la Regulación para el Fomento de la Actividad Productiva, más conocido como “el Decretazo” (9 de marzo de 2020), al que han seguido otras normativas en la misma dirección.

El “Decretazo” permite, entre otras cosas, la instalación de minas y canteras sin evaluación ambiental previa, y facilita la construcción de urbanizaciones, grandes establecimientos comerciales, turísticos e industriales y de grandes infraestructuras como puertos, aeropuertos, embalses… a pesar del alto impacto negativo que, se sabe, tienen en el entorno. Además, esta normativa le da mayor control a la Junta de Andalucía para poder condicionar e imponer a los Ayuntamientos la modificación de sus PGOU, sin que éstos puedan ser partícipes de la decisión final; y limitando la participación ciudadana, la cual queda aún más restringida. Asimismo, este decreto-ley elimina las normativas que hasta ahora obligaban a calcular la huella de carbono de productos y servicios contaminantes. 

Todas estas medidas suponen una regresión inadmisible en la protección ambiental, en un momento histórico en el que Andalucía está en una posición de alta vulnerabilidad frente a las turbulencias del caos climático y la crisis energética global, y que previsiblemente, si no lo impedimos, se traducirá en una disminución de la capacidad de nuestros territorios y poblaciones para sobreponerse a los impactos de futuras sequías, procesos de desertificación, subidas del nivel del mar o episodios de descenso energético brusco, que podrían acabar desembocando en escenarios de inseguridad alimentaria y migraciones forzadas.

Además, sabemos que, en este contexto de descenso energético inevitable, la productividad que la Junta pretende fomentar con sus medidas está condenada al fracaso. Hace falta un nuevo modelo productivo que permita:

  • Cubrir las necesidades básicas de toda la población, a través de medidas de ahorro, eficiencia y reparto;
  • Priorizar el fortalecimiento de los servicios públicos y comunitarios frente a los privados;
  • Relocalizar y diversificar las actividades productivas, generando empleo, riqueza local y repoblación rural;
  • Fomentar y apoyar el cooperativismo y la economía social y solidaria;
  • Fomentar y facilitar el autoconsumo energético y la creación de comunidades energéticas para desarrollar un modelo de transición energética distribuido y democrático;
  • Favorecer una economía respetuosa con el territorio, su biodiversidad y que cierre, en lo posible, los ciclos de la materia; y
  • Primarizar la economía, transitando hacia la agroecología y la soberanía alimentaria, de la mano de sueldos y condiciones de trabajo dignas y justas;

En definitiva, un modelo radicalmente distinto al actual que ponga en el centro los cuidados de las vidas diversas y la justicia ecosocial.

Por todo ello, desde Rebelión por el Clima Andalucía:

  • Estamos decidides a presionar, a través de la movilización social y de la Acción Directa Noviolenta, tanto al gobierno de la Junta de Andalucía como a los gobiernos locales para que tomen medidas urgentes a la altura de la emergencia climática y energética que vivimos.
  • Decimos “No” al «Decretazo» y a todas las normativas de desregulación ambiental y social que atentan contra nuestras poblaciones y territorios, exigiendo sus derogaciones;
  • Nos comprometemos al cierre de las infraestructuras andaluzas con mayor responsabilidad en la emisión de gases de efecto invernadero a través de la desobediencia civil en el marco del Acuerdo de Glasgow;
  • Exigimos la puesta en marcha de asambleas ciudadanas con capacidad de tomar decisiones vinculantes a la hora de planificar una transición ecosocial que sea justa para todes; y
  • Llamamos a la ciudadanía andaluza a que este 5 de junio salgamos a las calles de nuevo, allí donde estemos, para hacer frente a la situación de emergencia social, climática, energética y de pérdida de la biodiversidad, a través del fortalecimiento de la autoorganización y movilización social. Porque hay que gritarlo claro: ¡Nos están dejando atrás! y necesitamos luchar juntes ¡Por una Andalucía rebelde por la justicia ecosocial!

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Última modificación: 05 de junio de 2021